El histórico jugador sanjuanino habló en exclusiva con Ojo Deportivo antes del Mundial de Clubes de hockey sobre patines, que se disputará del 1 al 5 de octubre en el Aldo Cantoni. A los 42 años, Carrión se prepara para uno de los torneos más importantes de su carrera.
“Es un torneo para disfrutarlo, puede ser el último”
A días de que comience el Mundial de Clubes de hockey sobre patines en San Juan, Federico Carrión pasó por el programa en streaming de Ojo Deportivo y dejó reflexiones cargadas de emoción, anécdotas inolvidables y una mirada experimentada sobre el presente del deporte. Con casi toda una vida dentro de la pista, Fede encara este torneo como un regalo y una oportunidad de lujo: “Uno ya no lo vive con nervios, sino desde el disfrute. Me voy a cruzar con amigos que me dio el hockey y con los mejores jugadores del mundo. Es hermoso poder estar ahí”.
Este será su primer Mundial de Clubes con el nuevo formato y lo jugará con Olimpia, el club que hoy considera su casa, aunque se formó en UVT. “Desde 2018 que estoy en Olimpia, llegué por mi hijo y ya no me fui más. Es como mi segunda casa”, contó con orgullo. Para Carrión, esta competencia representa tanto una despedida posible como una vidriera soñada para los más jóvenes: “Yo lo vivo tal vez como el último… pero para chicos como Luis Alanís o Gonzalo Acosta, es una puerta abierta al profesionalismo”.
“No somos profesionales, pero nos preparamos como tales”
Con rivales de la talla del Barcelona, la exigencia es máxima. Pero Carrión destaca que el esfuerzo del hockey sanjuanino no tiene nada que envidiar. “La diferencia física está, pero acá entrenamos fuerte. El club se preparó con nutricionista, psicólogo, preparador físico. No somos profesionales, trabajamos o estudiamos, pero eso no quita el compromiso”, afirmó.
La clave, según Fede, está en la automatización táctica de los equipos europeos, que juegan a otra velocidad gracias a la calidad constante de sus pistas y entrenamientos. “Un contragolpe de ellos se arma en dos segundos. Nosotros todavía levantamos la cabeza para ver a quién pasarle la bocha. Pero si los tenemos cerca en el resultado, podemos dar pelea”.
Entre cábalas, tocs y el legado de un “viejito cabulero”
La entrevista también dejó lugar para el humor. Carrión confesó ser extremadamente estructurado y cabulero: solo recibe el agua del utilero (¡y con la mano derecha!), no mira el reloj durante el partido, y si pierde con una calza… cambia de calza para el siguiente encuentro. “Me la ha pasado otro compañero y no la tomé. Solo la recibo del Mono, y con la derecha. Si la pasa con la izquierda, no va”, bromeó entre risas.
También hubo espacio para anécdotas familiares —como la vez que terminó encerrado por colarse en el Monumental junto a su hijo— y recuerdos con sus compañeros, como aquel viaje a Buenos Aires en el que volaron colchones en un albergue del Ejército porque “me escondieron el mío y no me podían frenar”.
“No tengo el don, pero sí la constancia”
A los que lo ven correr como si tuviera veinte, Fede Carrión les responde con una sonrisa y una certeza: lo suyo nunca fue un talento sobrenatural, sino el trabajo diario. “Yo siempre he dicho que no tengo el don que por ahí tienen muchos. He sido muy constante. Entreno casi todos los días, si no es que todos. Soy uno de los que menos falta”, explica, dejando en claro cuál ha sido la clave para mantenerse vigente con el paso de los años.
Aun con el físico que pide descanso y la vida personal que exige presencia, Fede le sigue metiendo con todo. “Todavía lo disfruto mucho. Sé que estoy en la etapa final, pero no quiero bajarme. Es muy difícil decir ‘llego hasta acá’ porque no sé lo que hay después”.
El cierre de la etapa como jugador aparece cada vez más cerca. Y aunque no lo tiene definido, sí se imagina vinculado al hockey desde otro rol. “Si me toca estar en el club desde otro lugar, en Olimpia, daré una mano como ayudante, como técnico o como sea. Estoy muy abierto a eso, sabiendo que se vienen épocas de estar del otro lado y poder aportar con todo lo que viví”.
La decisión no es fácil. “Hace años que vengo pensando en el retiro, y mi señora más que nadie espera que diga ‘hasta acá’. Pero siempre llega el último... que nunca es el último”.
Lo que el hockey le dio… y lo que le quitó
Hablar de hockey para Fede es hablar de la vida misma. “Me dio mucho: conocer el mundo, amigos, familia. Hoy soy padrino de hijos de compañeros míos. Me dio todo”, confiesa emocionado.
Pero también hay un costo. “Lo que me quitó es tiempo. Tiempo con mi familia. Tengo un trabajo en el que salgo a las 4 de la tarde, llego un segundo a casa y ya empiezan las actividades de los chicos. A veces me voy al gimnasio o al entrenamiento y no los veo más en el día. No almuerzo ni ceno en casa. Mi señora a veces se queda despierta solo para hablar un rato cuando llego”.
Las anécdotas de sacrificio se acumulan. “La semana pasada, por ejemplo, fue el cumpleaños de mi hija. Estábamos en un saloncito, y a mitad del festejo me tuve que ir porque jugábamos el Top 8. Cuando reservé el salón no sabía que caía esa fecha. Me tocó y me fui”.
Carrión sigue corriendo en la cancha, pero también dejando huella fuera de ella. Porque más allá de los goles, su historia es la de alguien que eligió el hockey como forma de vida… y lo entrega todo hasta el último minuto.